Las Ánimas de Cucao están entre las oscuras aguas del lago Cucao. En la orilla de este lago se eleva a poca altura un cordón arenoso cubierto por algunos matorrales y de una delgada alfombra de pasto verde.
Sobre las rocas más altas, en los instantes en que las sombras del crepúsculo invaden las formas, se escucha junto al sonido de las olas: llantos, lamentos y súplicas, procedentes de las ánimas que aún permanecen a este lado del mundo, muy cerca de los vivos.
Las Animas, con desesperación y congoja, llaman al barquero (el Tempilcahue), que no llega a buscarlas para viajar con ellas más allá del horizonte, hasta ese lugar soñado por todos los dolientes en el cual reinan la felicidad, el bienestar y la dicha eternas.
Aunque estas almas dejan escuchar sus lamentos, no está permitido tratar de comunicarse con ellas. Si alguien por atrevimiento, por desafío o por desconocer esta prohibición, les grita: «Animas de Cucao», al año justo, será invitado por la muerte para integrar ese coro suplicante por entrar a la barca que las debería conducir a la eternidad.
The Souls of Cucao
The Souls of Cucao are in the darkest waters of Cucao Lake. On the west banks of the lake a sandy mountain chain rises up covered by some bushes and a thin carpet of green grass.
While the shadows of twilight are invading the shapes of the world; weeping, groans and pleas can be heard on the highest rocks, these coming from the souls from this part of the world, close to living beings.
The souls in despair and distress, call the boatman (The Tempilcahue), who never comes to pick them and take them to have that journey to afterlife beyond the horizon,
through which they get to the place of their dreams where everything is happiness, well-being and bliss forever.
Even though, the grief of these souls can be heard, you are not allowed to communicate with them. If anybody dares to do so, because they think it is challenging or they simply do not know this prohibition. The person must shout «Souls of Cucao». After a year this person would be invited by death to take part in this imploring choir, thus boarding the boat which would take them to eternity.